La pruebita

Publicado en Facebook, el 20 de abril 2021


Hay una pruebita bastante simple, que cualquier persona puede realizar, para saber si verdaderamente piensa lo que piensa o si cree que piensa algo pero en realidad está atada a las adoraciones y desprecios que, tristemente, nuestros representantes nos muestran casi a cada momento.

La pruebita es la siguiente:

Se toma una opinión (puede ser también una decisión) del que está en mi bando o en el bando contrario.

Se la mira en sí misma, intentando despegarla de la persona (de mi bando o del bando contrario) que la expresó.

Y se piensa si estoy de acuerdo o no.

Y se percibe lo que siento ante esta opinión


Luego, se toma la misma opinión.

Se la pone en boca de alguien del otro bando (es decir, si antes estaba dicha por alguien de mi bando se la ubica en boca de alguien representativo del bando contrario y viceversa).

Y se piensa si estoy de acuerdo o no.

Y se percibe, nuevamente, lo que siento ante esta opinión.


Las conclusiones son sencillas:

Si mi pensar y mi sentir prácticamente no se modificaron (independientemente de en boca de quién puse esa opinión) podríamos decir que pienso aquello que creo que pienso.

Por lo contrario, si mi pensar y mi sentir se modificaron dramáticamente y ahora me encuentro en las antípodas de lo que pensaba y sentía antes de cambiar la cara de quien opina, entonces lo que pienso no me interesa en absoluto y sólo busco adorar y odiar como los nenes que adoran al papá que le dice que puede ir a jugar y odian al que le dice que tiene que hacer la tarea.

Sí, como los nenes.

Es una pruebita simple, sencilla, que sólo requiere una pizca de honestidad, el deseo de mejorar un poquito y de ponernos a salvo (a nosotros mismos y a los demás) de nuestras propias miserias.

Por supuesto, ante esta pruebita, también nos puede aparecer el odio a la pruebita en sí y el asegurar que todos los que están en el otro bando nunca en su vida se la hacen ni se la harían...

Sí, puede ser; tantas veces usamos algo de la verdad para no hacernos cargo de lo propio...

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Si nuestros penosos representantes hicieran la pruebita una vez por día no serían quienes son y se dedicarían a tratar que la gente viva un poquito mejor y no a tratar de demostrar quién la tiene más grande (perdón por lo gráfico...) cuando en realidad son seres de una pequeñez inconcebible e indisimulable.

Ahora, también es cierto que, si nosotros la hiciéramos una vez por día (no sólo en lo referido a la política sino también en nuestros asuntos más nimios) no votaríamos permanentemente a estos señores (y señoras) impresentables que nos gobiernan (o que se oponen a los que nos gobiernan) hace ya demasiados años.