De enojos adultos y adolescentes
Publicado en Facebook, el 27 octubre 2022
Lo que pasa es que vos aún no te enojaste con tus padres.
- Claro que me enojé. Estuve un montón de tiempo enojada, años; les dije de todo un montón de veces. Pero me cansé, ahora ya los perdoné.
- Sí, te enojaste como adolescente, pero aún no te enojaste como adulta.
- ¿Y vos cómo sabés eso?
- Porque aún esperás su validación.
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Palabras más, palabras menos, esta minicharla se da en el consultorio una y otra vez. Y una y otra vez. Y siempre termina casi de la misma manera: "Ahora ya los perdoné".
Y es que sabemos tan poco del enojo adulto. Estamos tan confundidos y creemos que el reclamo, el grito, quizá el insulto tiene que ver con enojarse. Sí, ese es el enojo... adolescente Porque el enojo adulto es otra cosa, tiene otra calidad, tiene otro peso. No explota, no agrede, no se desordena. Y no busca nada del otro, no busca acordar, no busca un encuentro, no busca validación. No, el enojo adulto sólo busca expresar el propio sentir. Y poner límite. Poner límite a una situación que quizá se dio antes, pero que, de alguna manera, se sigue dando ahora. Porque el enojo adulto es lo que nos permite decir que no a aquello que queremos decir que no. Y cuando habitamos el enojo (adulto) y decimos que no, no estamos buscando acordar, estamos informando al otro que no. O que, de esta manera, no. Es como cerrar la puerta de mi casa del lado de adentro y quedarme con la llave; mientras que el enojo adolescente es darle la llave al otro y explotar porque decide entrar.
Como solemos confundirnos y pensamos que el enojo adulto es lo que, en realidad, es el enojo adolescente entonces oscilamos todo el tiempo entre la rebeldía y la sumisión. Y en ambos casos somos hijos: Hijos rebeldes que buscan validación o hijos sumisos que se resignan a la no validación. Pero nunca adultos. Y, por supuesto, el enojo adulto siempre es, en última instancia, con los padres. Y como es con los padres, como ya intenté todo y nada dio resultado, finalmente el cansancio. Finalmente, el "ya los perdoné", que es otra manera de seguir siendo hijos, otra manera de buscar estar cerquita de mamá y papá.
Por eso ¿puedo enojarme adultamente con mis padres? ¿Enojarme adultamente y cerrar la puerta? ¿Seguir amándolos porque siempre serán mis padres biológicos, pero cerrar la puerta? ¿O grito y me descentro para que no entren mientras les doy la llave? Allí donde mis padres tienen la llave de mi casa, por esa hendija por donde entran (o por ese espacio abierto de par en par), por allí mismo entrarán todos los otros que sean iguales a ellos (mi pareja, mi jefe, mi socio, mi maestro, mi amigo...). Y siempre me desordenaré y siempre gritaré y siempre agrediré. Y mientras lo hago, siempre daré la llave.
Porque el enojo adulto es simplemente un "no". Pero claro, para poder habitar ese "no", hace falta soportar la intemperie de no ser más hijo.